FORMACIÓN II


RAÍCES


El movimiento evangélico contemporáneo tiene sus orígenes en el siglo XVIII. En ese periodo, el Primer Gran Despertar influyó profundamente en la vida religiosa de los Estados Unidos, mientras que al mismo tiempo John Wesley y el Movimiento Metodista renovaban el cristianismo británico. Mucho de este fervor religioso fue una reacción a los escritos del pensamiento ilustrado de muchas elites filosóficas occidentales. El gran énfasis del reciente movimiento metodista, así como el Despertar, eran de conversión individual, piedad personal y estudio bíblico, la moralidad pública a menudo implica sobriedad y valores familiares, abolicionismo, un rol amplio del laicado y las mujeres en la adoración, evangelización y enseñanzas, y una cooperación en la evangelización entre diversas líneas denominacionales, es decir, interdenominacionalmente.
En sus primeros años, lo que se llegó a conocer como evangelicalismo era un gran híbrido de énfasis calvinista en la doctrina ortodoxa, y el énfasis
pietista en el corazón y en la "relación personal" con Dios. El movimiento vio una variedad de estilos litúrgicos y aproximaciones ministeriales, aunque las características comunes eran una fuerte prédica, conversión personal y evangelismo.
Algunas figuras del evangelicalismo anglosajón incluyen a:
Jonathan Edwards, teólogo y predicador puritano estadounidense; George Whitefield, predicador metodista británico; Robert Raikes, quien establece la primera Escuela Dominical para prevenir que los niños pobres entraran en una vida de crimen; Charles Wesley, popular escritor de himnos; y Francis Asbury, arzobispo metodista estadounidense.


Salvador Guijo Pérez

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